miércoles, 27 de diciembre de 2017

Nietzsche, el inventor inventado



por Oscar Cuervo

¿Por qué la filosofía de los últimos 40 años dejó el problema de la verdad como una cuestión subsidiaria, dependiente de la invención subjetiva (hablemos de la voluntad o de la razón, se trata en ambos casos de la subjetividad)? ¿Por qué se siente como liberador deshacerse del problema (no de una determinada definición de "verdad") analogándola a la invención artística? En la comparación de la verdad con la "invención" artística se degrada tanto al arte como a la verdad: ninguno de ambos responden al modelo de la invención subjetiva, porque ni Beethoven inventó sus sinfonías ni Descartes inventó el cogito, ni Nietzsche inventó la voluntad de poder ni Marx inventó la lucha de clases ni Van Gogh inventó los cuervos en el campo de trigo. 

La palabra invención remite a una metafísica de la subjetividad y el uso acrítico que Nietzsche promueve, tan acrítico como su uso del término "voluntad" para referirse al despliegue del poder de los "seres superiores" sobre a los "inferiores" (a los que considera sacrificables en pos de una especie superior, llamados superhombres, transhombres o ultrahombres más da) lo único que hace es preparar el camino de esta época nihilista, que él anunció con tanta precisión. Nihilista por renunciar a preguntarse por la verdad o subordinarla a gratuitos juegos estéticos. La verdad no es una invención, así como el arte tampoco lo es. Tratarlos como invenciones implica desentenderse de ellos y preparar el camino para el reinado nihilista de la eficacia tecnológica, el despliegue brutal de la "voluntad de poder" que hace superflua la diferencia entre verdad y ocultamiento, verdad y olvido, verdad y mentira.

La filosofía que renuncia a la pregunta por la verdad (no la que cuestiona UNA concepción asociándola a la universalidad y a la objetividad científica) se rinde ante la indiferencia del poder tecnológico. Y de paso subordina al arte a una división del trabajo en el mercado. El arte como invención es tan fraudulento como la verdad como invención. 

Nietzsche no "inventó" su esquive al problema de la verdad subordinándola a la voluntad de poder, simplemente acató el poder histórico irrestricto de la anomia neoliberal que se venía preparando. Su mérito es haber percibido mucho antes que otros ese acontecimiento horroroso cuyas consecuencias hoy presenciamos. Su límite es celebrar ese advenimiento catastrófico como una "liberación" de la vida, cuando se trata de su más honda renuncia.

El problema de la verdad sigue esperándonos en el futuro, cuando los ecos de este nietzschenanismo estetizante se hayan apagado por el horror de un mundo regido completamente por la mentira.

2 comentarios:

  1. Después de bastante tiempo, encuentro un texto tuyo q resuena con lo q pienso, en profundidad. No te preocupes demasiado: "resuena" significa eso, no q abarca todo lo q yo pienso sobre ésto y mucho menos q lo q yo pienso abarca lo q decís. Y ntros enfoques de la política no dejan de ser muy distintos. Feliz 2018, en la medida q coincidamos en qué es "feliz"

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  2. Gracias, Abel. No me preocupa que al menos un texto mío resuene con lo que pensás, al contrario, me alegra. Aunque solo resuene. Y nuestros enfoques de la política son bastante distintos y sin embargo también yo encuentro que tienen algunas resonancias. Felicidades.

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