miércoles, 21 de febrero de 2018

Los niños

Todas las ocupaciones ordinarias de los niños fuera de las horas propias de la enseñanza — e incluso estas últimas en la medida de lo posible — deben ser socráticas. Se tiene que despertar en ellos el deseo de preguntar en lugar de formular una razonable pregunta que, por escapar al dominio del saber del tío Frands o resultarle inoportuna por algún motivo, sea rechazada con las palabras: “qué chico tonto ¿no puede mantenerse callado y quieto mientras le cuento?” — Y entonces la madre, para evitar una escena más tensa, asegura que el niño “no lo hará más”. Lo que importa es llevar lo poético a todos los ámbitos de su vida, desplegar su magia y de repente, en el momento más inesperado, dejar ver un destello que rápidamente se desvanece; lo poético no debe estar reservado a ciertas horas y ciertos días. Alrededor de tales hombres, los niños no saltan como terneros desgarbados, tambaleándose y aplaudiendo, porque deben escuchar una historia. Ellos se acercan a él con ánimo abierto, fresco, confiado, creen en él, lo inician en muchos de sus pequeños secretos, le cuentan sus juegos y él sabe involucrarse en ellos, como sabe también darle al juego un sentido más serio. Los niños nunca le molestan, nunca le fastidian, y ellos le tienen una gran estima y respeto. [Nota: También uno mismo debe aprender de los niños, de su maravillosa genialidad, que en cierto sentido necesita ser orientada, pero no dominada, como consideran ciertos sabihondos. Recuérdese al respecto las palabras de Cristo, cuando tenía 12 años de edad: “¿acaso no saben que debo ocuparme de la obra de mi padre?” (…). — Tampoco se debe tener siempre a mano esa prosaica palmeta, como el maestro de Los elfos, porque lo que conmueve a los niños es algo mucho más profundo — por eso uno evita, entre otras cosas (¡oh, divina Némesis!), caer 1400 codos bajo tierra y convertirse en una — mula]. Él sabe lo que hacen en la escuela, no lee las lecciones con ellos, pero en privado se informa de lo que leen, se pone al corriente no para probar si ellos saben ni para tomar parte de alguna manera y dramatizarlo para ellos ni para darles la oportunidad de lucirse en alguna reunión. — No, lo hace para dejar entrever de repente un destello de eso mismo, para ponerlo en alguna relación con las cosas en las que ellos están ocupados, aunque completamente de pasada, como si el alma del niño quedara electrificada y sintiera la omnipresencia de algo poético, hacia lo cual se siente atraído, pero no se anima a acercarse. Eso fomenta en los niños un constante movimiento espiritual, una permanente atención a lo que escuchan y ven, una atención que se debe llamar externamente, por ejemplo, haciendo pasar a los niños de una habitación poco iluminada a otra mucho más iluminada (…).

Pero a pesar de la claridad que allí reina, con facilidad puede aparecer cierto sentimentalismo, cuando uno olvida que la vida adulta posee lo que infancia prometió. A uno le parece, sobre todo cuando se trata de niños muy inteligentes, que ella prometía más y entonces los amarga con angustia que en el fondo viene de eso y no siempre de un trivial llorisqueo. Esas continuas frases: “ahora son felices, pero cuando  sean grandes llegará el dolor”, etcétera, son muy dañinas porque, cuando se arraigan en el niño, le producen la extraña angustia de preguntarse cuánto tiempo más  podrá ser feliz (con lo cual ya son infelices), o bien porque, aunque esas continuas jeremiadas no lo impresionen, le producen el mismo daño que cualquier otra conversación inapropiada. Págs. 30-31.

Søren Kierkegaard, Los primeros diarios – 1837-1838,
 Universidad Iberoamericana, México, 2013, págs. 30-31.

La educación pública en peligro

Debate abierto - Sábado 24 de febrero a las 18:00 hs. en Kierkegaard Buenos Aires - Lavalle 3119 - Libre y Gratuito

Participarán:

Santiago Foucault
Maestro de escuela primaria, CABA - Miembro de la Agrupación Docente Estudiantil Simón Rodríguez.

Leandra Atenea Levine Hidalgo
Primera egresada trans de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini - Estudiante de Medicina - Actriz.

Christian Leonardo Malattia
Profesor de Letras y Ciencias de la Educación - Director del Centro Cultural Tapiales -  Delegado de SUTEBA - Periodista y escritor.

Martín Pont Verges
Estudiante de Ciencias Políticas - Militante de El Semillero - Nuevo Encuentro - Ex Presidente del Centro de Estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires.

Organiza: Kierkegaard Buenos Aires
Sábado 24 de febrero, 18:00 hs.  Lavalle 3119. Acceso libre y Gratuito

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