sábado, 10 de febrero de 2018

Escuchar esa voz



…no es como aquel que quiere ganarse el favor de los hombres, que oye a veces júbilo, a veces quejas, a veces muchas voces, a veces unas pocas, sino que uno oye solamente una única voz cuya verdad casi hace temblar, puesto que es como si, habiéndola oído una vez, uno no pudiera deshacerse de ella nunca más, ni en el tiempo ni en la eternidad; en ella, por así decirlo, uno nunca consigue nada: ni llegar a la meta, ni a deponer la carga, ni la abundante cosecha, ni la riqueza, ni la magnífica presa, ni la dicha del niño, ni el favor de los hombres, ni el hecho de haber favorecido a otros, sino que uno se adquiere solamente a sí mismo, una paga que es tan escasa, que hasta el niño pequeño que muere en el instante del parto posee aparentemente lo mismo; en ella uno no gana nada que pueda invitar a los hombres a participar con alegría, puesto que uno sólo se gana a sí mismo, es decir: se desengaña…

Søren Kierkegaard, “Que uno adquiera su alma en la paciencia", 1843, Discursos edificantes


Ilustración: Carmen Cuervo

No hay comentarios:

Publicar un comentario