jueves, 8 de diciembre de 2022

Akerman / Riefenstahl: choque de agendas

 


En la encuesta realizada por Sight and Sound sobre las 100 mejores películas de la historia se amplió sustancialmente la cantidad de votantes y la variedad de sus nacionalidades. El resultado es sorpresivo por lo disparatado, lo que muestra que subir el número de consultados o su procedencia no resuelve el problema epistemológico de lo que una encuesta indaga.


Muchas coberturas periodísticas posteriores destacaron que se trataba de la 1a encuesta en la historia encabezada por una película dirigida por una mujer: Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles, de Chantal Akerman. El estupor con que fue recibida la noticia de que la encuesta encumbraba a esta película como la mejor de la historia no va en detrimento de sus calidades sino señala la desmesura de esta afirmación y su falta de fundamento.


El resultado no debe atribuirse a una maniobra de Sight and Sound ni a una súbita y subterránea reelaboración de la ontología cinematográfica ocurrida la última década. El único evento ocurrido en los últimos 10 años referido a Chantal Akerman es su suicidio. Absurdo atribuir un ascenso en la consideración de su obra a un tributo póstumo.


Quizás la explicación haya que buscarla en otros lugares de la lista: en el séptimo lugar figura un film atractivo, decididamente menor, Beaul Travail de Claire Denis, por sobre Sunrise (F. Murnau), El hombre de la cámara (Dziga Vertov), The Searchers (J. Ford) o La pasión de Juana de Arco (C. Dreyer). En esa misma línea, en el puesto 28 aparece Daisies de Vera Chitilova superando a M de Fritz Lang, Ordet de Dreyer y la filmografía entera de Jean Luc Godard (quien por lo visto no mereció el reconocimiento póstumo de Akerman).



La conjetura que creo más plausible reside en la subjetividad de los votantes: en muchos se impuso la obligación de ampliar el cupo femenino en sus listas, para ponerse a tono no con las reelaboraciones críticas sino con la agenda sociocultural.

Me pregunto entonces si acaso Leni Riefenstahl, la cineasta preferida de Hitler, no tiene en la historia del cine un lugar más destacado que Akerman. Pero, claro, se trataría de un auténtico choque de agendas.