jueves, 4 de enero de 2018

Militar a favor del pensamiento sirve a la causa de los oprimidos



El que quiera luchar hoy contra la mentira y la ignorancia tendrá que vencer por lo menos cinco dificultades. Tendrá que tener el valor de la verdad aunque se la desfigure por doquier; la inteligencia necesaria para descubrirla; el arte de hacerla manejable como un arma; el discernimiento indispensable para difundirla. Tales dificultades son enormes bajo el fascismo, pero también para los exiliados y los expulsados, y para los que viven en las democracias burguesas. 

1) El valor de la verdad. Para mucha gente es evidente que el escritor deba escribir la verdad, es decir, no debe rechazarla, ocultarla, ni deformarla. No debe doblegarse ante los poderosos; no debe engañar a los débiles. Pero es difícil resistir a los poderosos y muy provechoso engañar a los débiles. Incurrir en la desgracia ante los poderosos equivale a la renuncia, y renunciar al trabajo es renunciar al salario… Renunciar a la gloria de los poderosos significa frecuentemente renunciar a la gloria en general. Para todo ello, se necesita mucho valor… Cuando se habla de razas perfectas y razas imperfectas, el valor está en decir: ¿es que el hambre, la ignorancia y la guerra no crean taras?... También se necesita valor para decir la verdad sobre sí mismo cuando se es un vencido. Muchos perseguidos pierden la facultad de reconocer sus errores, la persecución les parece la injusticia suprema; los verdugos persiguen, luego son malos; las víctimas se consideran perseguidas por su bondad… Pero si la verdad se presenta bajo una forma seca, en cifras y en hechos, y exige ser confirmada, ya no sabrán qué hacer. Tal verdad no los exalta. Del hombre veraz sólo tienen la apariencia. Su gran desgracia es que no conocen la verdad.

2) La inteligencia necesaria para descubrir la verdad. Tampoco es fácil descubrir la verdad. Por lo menos la que es fecunda. Así, según opinión general, los grandes Estados caen uno tras otro en la barbarie extrema. Una guerra intestina que se desarrolla implacablemente puede degenerar en cualquier momento en un conflicto generalizado… También, están los que por falta de conocimientos no llegan a la verdad y, sin embargo, distinguen las tareas urgentes y no temen a los poderosos ni a la miseria. Pero viven de antiguas supersticiones, de axiomas célebres, a veces muy bellos. Para ellos el mundo es demasiado complicado: se contentan con conocer los hechos e ignorar las relaciones que existen entre ellos y que nos llevan a un montón de ruinas. 

3) El arte de hacer la verdad manejable como arma. La verdad debe decirse pensando en sus consecuencias sobre la conducta de los que la reciben… Para mí, el fascismo es una fase histérica del capitalismo y, por consiguiente, algo muy nuevo y muy viejo. En un país fascista, el capitalismo existe solamente como fascismo. Combatirlo es combatir el capitalismo, bajo su forma más cruda, más insolente, más opresiva, más engañosa. Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo -que se condena- si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Una verdad de este género no reporta ninguna utilidad práctica… Los monopolios capitalistas originan por doquier condiciones bárbaras en las fábricas, en las minas y en los campos. Pero mientras que las democracias burguesas garantizan a los capitalistas, sin el recurso de la violencia, la posesión de los medios de producción, la barbarie se reconoce en que los monopolios sólo pueden ser defendidos por la violencia declarada…El que quiera describir el fascismo y la guerra -grandes desgracias, pero no calamidades “naturales”- debe hablar un lenguaje práctico... Para presentar verídicamente un estado de cosas nefasto, mostrar que tiene causas remediables. Cuando se sabe que la desgracia tiene un remedio, es posible combatirla.

4) Cómo saber a quién confiar la verdad… La verdad es de naturaleza guerrera y no sólo es enemiga de la mentira, sino de los embusteros.

5) Proceder con astucia para difundir la verdad… Hay una infinidad de astucias posibles para engañar a un Estado receloso... Los gobernantes al servicio de los explotadores consideran el pensamiento como algo despreciable. Para ellos, lo que es útil para los pobres es pobre. La obsesión que estos últimos tienen por comer, por satisfacer su hambre, es baja. Es bajo menospreciar los honores militares cuando se goza de este favor inestimable: batirse por un país cuando se muere de hambre…Se suele tratar a los hambrientos como gentes voraces y sin ideal, de cobardes a los que no tienen confianza en sus opresores, de derrotistas a los que no creen en la fuerza, de vagos que pretenden ser pagados por trabajar, etcétera. Bajo semejante régimen, pensar es una actividad sospechosa y desacreditada. ¿Dónde ir para aprender a pensar? A todos los lugares donde impera la represión…Incluso, un poeta que describe un paisaje puede servir a la causa de los oprimidos si incluye en la descripción algún detalle relacionado con el trabajo de los hombres… En resumen: importa emplear la astucia para difundir la verdad.

Conclusión: La gran verdad de nuestra época -conocerla no es todo, pero ignorarla equivale a impedir el descubrimiento de cualquier otra verdad importante- es ésta: nuestro continente se hunde en la barbarie porque la propiedad privada de los medios de producción se mantiene por la violencia. Los que reprimen lo hacen por conservar la propiedad privada de los medios de producción… Ciertamente, esta afirmación nos hará perder muchos amigos: todos los que, estigmatizando la tortura, creen que no es indispensable para el mantenimiento de las formas actuales de propiedad. Digamos la verdad sobre las condiciones bárbaras que reinan en nuestro país; así será posible suprimirlas, es decir, cambiar las actuales relaciones de producción.


Bertolt Brecht, "Las cinco dificultades para decir la verdad" 
en Unsere Zeit, abril de 1935. Fragmento editado por Esther Díaz. 
Completo acá


Ilustración: Carmen Cuervo

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