martes, 2 de enero de 2018

La responsabilidad del gobierno

Es cierto que nuestro tiempo aventaja en una característica a los tiempos de Grecia, a saber, en que está más apesadumbrado y, por ello, más profundamente desesperado. Así, nuestro tiempo está lo suficientemente apesadumbrado como para saber que aún hay otra cosa llamada responsabilidad, y que ésta significa algo. Por ello, si bien todos quieren gobernar, nadie quiere la responsabilidad. Aún se conserva el fresco recuerdo de aquel estadista francés* quien, habiéndosele ofrecido una cartera tras otra, declaró que aceptaría, pero bajo la condición de que el secretario de Estado asumiera la responsabilidad. Como es sabido, el rey de Francia no es responsable; en cambio, el ministro sí lo es; el ministro no quiere serlo pero quiere ser ministro a cambio de que el secretario de Estado cargue con la responsabilidad; naturalmente, la cosa acaba por fin en que los serenos o los alguaciles asumen la responsabilidad. ¡¿No sería esta historia al revés de la responsabilidad un tema digno de Aristófanes?! Por otro lado ¿por qué asusta tanto al gobierno y a quienes gobiernan cargar con la responsabilidad, sino porque temen a un partido atacante que, indefectiblemente, y según un patrón similar, se quita de nuevo la responsabilidad de encima? Cuando uno se imagina a estos dos poderes enfrentados, incapaces, empero, de abordarse mutuamente, porque uno evita indefectiblemente al otro, uno sólo figurando ante el otro, está claro que el planteamiento no deja de estar dotado de potencial cómico.

Editado por Víctor Eremita, seudónimo de Søren Kierkegaard, O lo uno o lo otro


* Nota: El estadista francés era Louis Adolphe Thiers, que entre 1832 y 1836 ocupó los puestos de ministro del Interior, de Trabajo, de Asuntos Exteriores y el de Primer Ministro. 


Ilustración: Carmen Cuervo

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