jueves, 11 de enero de 2018

Cuentos para niños



Que haya muchos que se ocupen de contar historias a los niños es la consecuencia natural de que haya una gran cantidad de niños y de que en ellos esté profundamente arraigado el placer de escuchar tales historias. Sin embargo, hay muy pocos que tengan un especial talento para ello, a consecuencia de lo cual se hace mucho daño. Hay dos modos recomendables de contar historias a los niños, pero entre medio hay también una enorme cantidad de desvíos.

El primer modo es el que las nodrizas — y cualquiera que se incluya en su categoría — siguen de manera inconsciente. Con él se le abre al niño un mundo totalmente fantástico, y las nodrizas están íntimamente convencidas y creen que sus historias son de verdad, cosa que necesariamente le transmite al niño una tranquilidad muy beneficiosa, por más fantástico que resultara el contenido mismo. Sólo cuando el niño intuye que quien le cuenta esas historias no las cree, recién entonces el efecto sobre el niño resulta dañino — no por el contenido mismo sino por la falsedad del narrador — por la desconfianza y la incredulidad que el niño poco a poco va engendrando en él.

El segundo modo sólo es posible para quien con perfecta claridad se ha representado la vida de la infancia — quien sabe lo que ella demanda — quien sabe lo que es bueno para ella y así, desde un punto de vista más alto, ofrece a los niños el alimento espiritual que les es apropiado. — Él sabe cómo ser niño, mientras que las nodrizas básicamente son niños — (Que el niño tenga la oportunidad de disfrutar de ambos modos es muy útil y de ningún modo se debe creer que este último punto de vista no reconocería jamás al primero. No, al revés de lo que siempre sucede con esos semi-letrados que amputan el camino del desarrollo, quien posee una madura concepción de la vida, reconoce el otro punto de vista).  

SK; Diarios 1837-1838, II A 12, Universidad Iberoamericana, México, 2013, pág. 29


Ilustración: Carmen Cuervo

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