por Oscar Cuervo
El problema con Apichatpong Weerasethakul (AKA Joe) fue su triunfo rotundo. Quiero decir: cuando en 2003 vimos Blissfully Yours, la certeza de toparnos con algo nuevo pero ya consumado fue inmediata. No la promesa de algo sino su realidad efectiva. Ya habíamos visto a gran parte de los autores que trazarían los contornos posibles del segundo siglo: Kiarostami, Sokurov, Bela Tarr, Tsai, Wong, Hou, Hong, Jia. Pero algo en Joe lo ponía fuera de toda serie previa. Su radicalidad nacía íntegra: lo grande ya estaba en el inicio. El reencantamiento del mundo, el rumor de la jungla, el sonido inmersivo, los organismos en el aire, las pieles brotadas, las mutaciones, el brillo del sol entre las hojas, la noche mágica, las milicias, el pop terso y las voces susurrantes. Y una libertad de toda constricción aristotélica que nos llevaba a aceptar amablemente la laxitud de las conexiones, sus zonas inciertas.
Lo hizo tan bien que nos convenció en seguida. Las películas siguientes fueron la confirmación del primer vislumbre: Tropical Malady, Syndromes and a Century, Uncle Bonmee, Cemetery of Splendor, etc. Una tan bella como la otra. Aprendimos a no hacer las preguntas usuales del primer siglo del cine por improcedentes. Los profesores de guión y de montaje de las escuelas de cine habían caducado.
La generación siguiente de cineastas creció viendo su desempeño impecable. Los festivales lo adoptaron.
Hoy cualquier festival tiene dos decenas de películas con organismos mutantes, sonidos inmersivos, noches encantadas. Joe es el paradigma triunfante.
Hoy los jóvenes cineastas en busca de fondos presentan proyectos alla Joe: saben que tienen grandes chances para conseguir aportes financieros y ganar premios en festivales de todo el mundo. De ahí resultan películas previsibles y parecidas unas a otras como no lo había sido Joe en su época de oro. En Mar del Plara 2021 hubo varias así.
Este es el problema con Joe.
bravo
ResponderEliminar