Pero en el día del juicio se requiere de una armadura... Esa armadura es el amor, lo único que no puede ser suprimido, lo único que permanece junto a un hombre en la vida y que permanece junto a él en la muerte, y que vencerá a la muerte. Pues el amor no es como un amigo falso, que primero cautiva a un hombre y luego permanece junto a él para burlarse de él. No, el amor permanece junto a un hombre, y cuando todo le resulta confuso, cuando los pensamientos se ponen de pie para acusar, cuando las angustias alzan sus cabezas para juzgar, entonces el amor las desafía y le dice a aquel: solo ten paciencia, yo permanezco junto a ti, y triunfo junto contigo, y mi testimonio ha de superar la confusión.
Søren Kierkegaard, Discursos edificantes.
Tres discursos para ocasiones supuestas
Tres discursos para ocasiones supuestas
Ilustración: Carmen Cuervo
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