domingo, 17 de octubre de 2021

Acerca del niño proletario

Caímos juntos barranca abajo

éramos tres del barrio y uno de la Villa 22

un pobre pobre, un pobre diablo

nosotros éramos los niños endiablados del amor

de las familias más argentinas

no nos dormimos sin rezar el Padre Nuestro al redentor.


El niño ausente, el proletario

traía en la sangre mil generaciones del peor alcohol

entre los fierros, entre los sapos

entre el calor casi demente del arroyo seco, arróyalo

lo convencimos, lo enamoramos

y le juramos que jamás se olvidaría de nosotros

y así le hicimos comer el barro

tragar la mugre misma con la que se había alimentado

y así le hicimos beber espanto

tres chicos ricos empresarios, lo más parecido a un santo

y nos reímos, nos animamos

pateando el culo de un chiquito hambriento, triste y solitario.


Tengo veinte mil años, soy un loco enjaulado

tengo veinte mil años, soy el niño proletario

tengo veinte mil años y estoy en el aire.


Yo le bajaba los pantalones

mientras mis dos hermanos le ataban los brazos, su sudor

nos empapaba, nos excitaba

yo puse dentro de él lo mío tan a fondo que explotó

y fui precioso, tan kamikaze

yo fui Calígula y él fue la Virgen que este Dios violó.


Lo liquidamos tan de repente

y mientras se moría yo le acuchillaba el corazón

y le di duro entre los dientes

ya no tenía voz el chico para pedir por favor

que lo matemos, lo antes posible

andá a cantarle a Gardel, andá a cantarle a Perón.


Tengo veinte mil años, soy un loco enjaulado

Tengo veinte mil años, soy el niño proletario

Tengo veinte mil años y estoy en el aire.

Estoy en el aire.

FITO PÁEZ, versión libre del relato "El niño proletario" de Osvaldo Lamborghini (Ver acá)

Ilustración: Carmen Cuervo

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