por Daniela Andújar
Cada vez que se corta la luz
pienso en Nietzsche
inclinado sobre el papel
con una pluma, tinta y velas
hirviendo con las ideas que van a poner a sus occidentales cristianos
patas arriba, hasta el día de hoy
¡y con el frío que hacía!
¡ y alumbrándose con velas!
¿A partir de qué hora
habría que encenderlas?
Ya sé, amigas mías,
podemos decir que no las encendía él
sino su criada
que además, las fabricaba,
le calentaba la casa,
cortaba la leña
llamaba al deshollinador
después de ir a buscarlo a pie
con zapatos nunca buenos ni abrigados
que eso le provocaría artritis aguda a joven edad
y que ya vieja seguiría buscando el cebo de los animales
subiendo las escaleras
para encender los candelabros
con peligro de caerse a cada rato
que no sabemos por qué estaba tan orgullosa de su vida
o tendría el pecho hinchado de rabietas
y cómo haría cuando menstruaba
qué se pondría
entendería Nietzsche estas cosas…?
como sea,
cuando se corta la luz pienso en Nietzsche
escribiendo a la luz de las velas
algo que por su puesto también vuelve más propicio el pensamiento,
la sal de la vida,
y hasta hace que lo amargo se vuelva claro
y el amanecer muy bienvenido
pienso en Nietzsche
y pienso en su criada
feliz y resentida
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