por Daniela Andújar
con un pareo mal atado,
medio húmedo y sin bombacha,
voy hacia mi casa
(unas veces refugio, otras bomba)
en el colectivo 55
un colectivo muy rojo que viene de la Provincia atravesando San Justo
donde todavía creo que está el sol de mil novecientos ochenta y cinco
alumbrando como un terremoto vertical el cobro de las rifas de la Casa Cuna
y tuve un amor imposible hecho posible.
y deshecho.
ahora ese mismo colectivo pasa bajo mi ventana
en la Capital Federal de este tórrido diciembre del año 2022
estoy a punto de llegar a mi casa
en otro 55
idéntico y enemigo
que me arranca lejos del refugio
para depositarme en la noche mojada
con Señoras muy perladas
Señora Magdalena, Señora Divietro
que pronostican el pasado de mi mamá
y lloran conmigo
como si ellas fuesen sensibles
de almas socialistas
yo me miro con ojos de perro mojado
esperando que no se me note la falta de bombacha
(algo peor que no tener zapatos)
envuelta en un pareo que dice RIO DE JANEIRO-COPACABANA
con chicas que samban en bikini y tacos de plataforma
semidesnudas también, pero preparadas y contentas
miro a las Señoras,
termino llorando con ellas
como si el Gran Alma de Mi Mamá
hubiese bañado con luz a estas Señoras de la Burguesía Aspirante con perlas y cabellos de raza
y lloro “viendo” a mi mamá reina de la compasión
profana y pura
que conmueve a gente tan quieta y enjuta
con sus perlas, ella también
sus copas de cristal, ella también,
sus modales, ella sí
que piensan que la lujuria material es de muy mala educación
y así son estas Señoras
a las que mi mamá igualmente respeta
por suponer, durante algunos segundos, si no se había equivocado de
progreso
y estas mujeres con peinados de laca
que visten pulóveres azules de lino azul con detalles inofensivos
lloran a mi mamá sin importarles que mi aspecto sea ese;
tengo el pelo mojado
chorreo por todos lados
y quiero tomar el colectivo 55 que baje por Thames
que abandone Palermo, el Hipódromo y la Sociedad Rural
que me dejen volver
pero estoy poniéndome un pareo seco, extremadamente rojo
para prepararme a recitar
junto al poeta Fernado Noy
que también está mojado y suda
y llora en su camarín con lamparitas
que alumbran y no
un camarín un poco pequeño y un poco roto
¿qué hacemos las dos allí?
La Noy me incita a leer esos poemas (¿cuáles, del Dengue?)
aunque no tenga bombacha, pero sí un pareo limpio
entonces el chofer me guiña un ojo
en esa noche mojada y descalza
entre los modales y los dedales
las señas y los señuelos
las perlas y la falsedad
a ver si ya nos enteramos que hemos venido a hacer lo nuestro
pisando sobre el mundo
con la planta de los pies
sin atenuantes, sin defensas
yo voy parecidamente a Ella, Mi Reina Madre:
me duelen los pies descalza
pero mucho más con los zapatos puestos
La Noy, también dolida,
vino a mi sueño a acompañar la travesía
de la única forma que lo haremos
siendo el poema que somos
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