Hace poco leía un texto de Roger Koza ("Los hijos del bit") acerca de un relevo generacional que viene experimentándose en esa cosa anteriormente llamada cine, el resbalar continuo e indetenible desde la era analógica hacia la digital. Koza señalaba como recorren este tránsito Kiarostami y Godard en su senectud. Dos autores que cada uno en su momento se sumergieron hasta rasgar con la punta de los pies el soporte material del film analógico, con plena conciencia de sus finitudes (propias y del film), por su común amistad hacia el abismo, se muestran capaces de mirar a lo que asoma sin un poquito de resentimiento generacional o un apego senil hacia la ortodoxia de la forma artística que se apaga –Eastwood- para dar lugar a otra que no presta más que incertidumbres. Kiarostami y Godard eran amigos de lo incierto antes de que apareciera en su horizonte la artillería digital. Por eso últimamente dialogan con lo que apenas está mostrándose sin negar el suelo en que están parados. Películas de senectud: Like someone in love, 24 Frames, Adieu au langage o Le Livre d'image, meditaciones a la vez personales, generacionales y de época que no odian el futuro y tampoco se rinden ante su novedad arrogante. Godard y Kiarostami por edad tendrían que estar entre los impugnadores, pero por espíritu se ubican entre los perplejos. Acá hablo yo por mi propia cuenta, no quiero adjudicarle a Roger algo que no pretendió decir, sino lo que su texto hizo en mí.
Discípulos de Godard y Kiarostami, un poco más jóvenes, pero formados en su modo de mirar. Nacidos a mediados del xx, una generación empujada a atravesar un puente precario hacia el mundo de los bits. No podemos olvidar nuestra tierra natal aunque tratemos de aprender rápido el despliegue omnívoro de lo digital, ya impuesto como la forma de estar en el mundo. Notamos la diferencia, recordamos lo anterior porque está presente todavía. El cambio no nos agarró tan viejos como para dejarnos a la total intemperie, vivimos perplejos en este mundo como hoy se nos da. Tener un pie en cada lado nos lleva a preguntarnos ¿pero qué es esto? sin naturalidad ni odio.
(continuará)
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